Por Gilberto Castrejón
Doctor en Filosofía de la Ciencia
Twitter: @gil_castrejon
Debo confesar que nunca he sido fanático de Silvio Rodríguez, yo soy rockero de hueso colorado.
Aunque recuerdo cómo en mi adolescencia y juventud muchos amigos y condiscípulos me hablaban de esa música, que provenía principalmente de Cuba, y «hablaba de la revolución, de la libertad, de las utopías.» Ahí también había poesía, me decían. Y bueno, hoy muchos de esos entusiastas, quizá se sientan lejanos a las banderas que agitaban hace décadas, más porque muchos de ellos: SE DESENCANTARON DE LA IZQUIERDA Y DE LA IDEOLOGÍA SOCIALISTA; y algunos otros de esos muchos, son fervientes denostadores de AMLO y la 4T.
Realmente eso me tiene sin cuidado, cada quien decide «el tipo de luchas que desea luchar», cada quien contará su propio relato, intentando «adaptarlo a las circunstancias», o «contándolo desde la verdad y la conciencia, desde el privilegio» (así le llaman muchos). No sé, para mí sólo se trata de coherencia, pues no creo en que uno deba justificarse, ¿podrá justificarse el hippy que ahora es empresario voraz?, ¿el líder socialista que ahora es ferviente crítico de la izquierda (o lo que se parezca a ésta), que goza de las delicias del neoliberalismo, y lo hace sólo para demostrar que siempre tiene la razón, pues pregona que «el socialismo y la izquierda son una farsa, una utopía»? Yo no justifico que soy de izquierda, y que no me gusta la música de Silvio Rodríguez, es más: no me gusta la trova y anexas, pero simpatizo con la ideología, con todo lo que sea verdadero arte, así ha sido y así seguirá siendo.
Finalmente, me quedo con el estribillo de la letra que Silvio le dedicó a AMLO: «Yo me muero como viví», aunque ahora menos que nunca, una frase como esa sea de lo más ambiguo en términos ideológicos, materiales, políticos…, y, aun así, «no tiene la menor importancia».
PD Para aquellos que les molesta cualquier mención al peje, no hay problema, también son bienvenidas sus objeciones y correcciones.