Opinión

ACERCA DE NUESTRA TENDENCIA A DISFRAZAR LA ENVIDIA DE CRÍTICA

Mas…turbaciones mentales. Serie semanal

Por Gilberto Castrejón
Doctor en Filosofía de la Ciencia
Twitter: @gil_castrejon

Dicen por ahí que, con un poco de esfuerzo, puedes convencer a un pendejo y obtener su aprobación, pero a un envidioso nunca. Y es cierto, aquéllos que ponen mucha atención en lo que alguien hace o no hace, corren el peligro de convertirse en envidiosos en potencia, son los mismos que suelen criticar cualquier logro ajeno, incluyendo sobre todo los logros de alguien que ni conocen, de alguien que acaso ha logrado la fama y el éxito, o ya los tenía, pero ha experimentado algún cambio radical, cosa que en muchos de los casos los “clubs de fans” no aprueban, y por algo ejercerán la crítica, a pesar de que en el fondo la envidia comienza a corroerles el espíritu, pues una vez más, aquél al que admiran ha demostrado tener una completa libertad de acción, y sobre todo: éxito.

Con respecto a lo que se entiende por crítico y por envidia, es bueno recurrir a la definición de Ambrose Bierce en el Diccionario del Diablo:

-Crítico s. Individuo que se vanagloria de lo complicado que es satisfacerlo, porque nadie pretende satisfacerlo.

-Envidia s. La emulación que se adapta a la capacidad más ruin.

De aquí que, con respecto a lo primero, me vienen a la mente lo que experimenta el fan de una figura pública cuando ésta adquiere más y más fama y fortuna con algo que, según, el fan no aprueba.

Curiosamente, por ejemplo, muchos de los que alababan la obra de Alfonso Cuarón, sobre todo con la excelsa adaptación de “Niños del hombre”, título homónimo de una novela de P.D. James, ahora se han vuelto críticos del director, a partir de su “entrada a la academia” con “Gravity”, por las nominaciones y los “Golden Globes”. Digo, se puede tener calidad y volverse parte de un cierto “status quo”, que no es lo mismo no tener calidad y ser parte del mismo “status quo” pero no ganar ningún premio, ni siquiera nominaciones (¿les recuerda algo las películas de muchos otros pseudo directores?). El punto es que puede surgir la envidia disfrazada de crítica puesto que el crítico puede asumir una actitud bastante ruin, a partir de su supuesta no satisfacción.

De lo anterior retomo un caso curioso en las letras. De unos años para acá Alejandro Jodorowsky se ha “encumbrado” como un gurú, sobre todo mediático, con su técnica de “sanación espiritual” llamada psicomagia, por lo que una gran mayoría de quienes, en su momento amaban sus películas y sus demás obras como los cómics, ahora reniegan de él, lo critican abiertamente, lo llaman hasta fantoche; primera cuestión, si tanto nos molesta el nuevo rumbo de Jodorowsky, ¿por qué le ponemos atención, por qué criticarlo, más cuando en su nueva faceta, su número de fans aumenta y aumenta? Cuando algo no me interesa o desagrada, simplemente no le pongo atención, o ¿no?, así dejará de existir para mí, y sólo me quedaré con lo mejor de ese alguien a quien en un tiempo admiraba. Pero entonces, el caso así planteado, ¿Qué tiene que ver con la envidia? Hace falta decir que simplemente tiene que ver porque nos molesta que alguien tenga éxito con algo que no nos satisface, de ahí nuestra conducta a envidiar, que puede volverse ruin.

Finalmente, casos como los anteriores son muy comunes en los autoproclamados “círculos intelectuales”, donde muchas veces, la altura moral, y a su vez, la autoridad intelectual y de trascendencia del crítico y envidioso está por debajo del sujeto a quien critica y envidia. Pero, ¿Qué pasa cuando el crítico y envidioso, aparentemente, se encuentra por arriba del sujeto que critica? De esto surge un problema ético, pues la envidia puede crecer y crecer en la medida de que, el sujeto al que se envidia, y se cree por debajo de uno, obtiene mucho de lo que uno desearía, de aquí, de nuevo, que la crítica que se lleva a cabo pueda llegar a ser bastante ruin.

Podemos envidiar y criticar, cuando ello nos incite al movimiento, aunque veo muy raro y poco fructífero que se pueda envidiar a un pendejo jejeje, a pesar de que éste obtenga algo que deseábamos. Lo triste es que en nuestra sociedad es muy común la envidia y la crítica, la primera muchas veces hasta con fundamentos ficticios; la segunda, generalmente sin fundamento. En la envidia y la crítica, lo único que hacemos es atentar contra nosotros mismos, pues resulta que, como nadie, ni nosotros mismos nos ocupamos de nosotros mismos, por eso nos ocupamos de los demás.

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