Mas…turbaciones mentales. Serie semanal.
Por Gilberto Castrejón
Doctor en Filosofía de la Ciencia
Twitter: @gil_castrejon
Hace ya dos décadas, en 1997, se estrenaba la película que, en su momento, se hizo acreedora del eslogan de: “la mejor película de todos los tiempos”, sí, “Titanic” se estrenaba en diciembre de ese año, y su recorrido en todo el mundo dejó testimonio de ser un fenómeno no sólo económico. ¿Cómo puede explicarse el “éxito” de creaciones de este tipo, cuya calidad, en cierta forma, puede cuestionarse? Debo decir que como muchos, me rehusé terminantemente a verla, pues al igual que a la película de Eugenio Dérbez[1]: “No se aceptan devoluciones”, le apliqué la parábola de la mierda y la mosca: «La mosca busca la mierda, cuando por fin la encuentra se posa sobre ésta, otras moscas observan y terminan haciendo lo mismo, y todas dicen que está muy buena, sí, pero sigue siendo mierda…» Claro, sobra la comparación entre estas dos películas, y puede que en el caso de “Titanic”, haya elementos para pensar que no es del todo un churro (ganó premios Oscar y Globos de Oro), pero ¿qué ha ganado “No se aceptan devoluciones”?, y sin embargo: fue un éxito en taquilla. Lo que finalmente deseo señalar es que en el caso de ambas producciones, como muchas otras: acaparan la atención de las masas, éstas las entronan, pero después de un tiempo, nadie las recuerda…
Gilles Deleuze habla de “líneas de fuga”, todo aquello que afecta a las masas, que crea terrenos de reapropiación incluso existencial, algo así como “agujeros negros de atención”, y a su vez: crean un movimiento de desterritorialización y re-territorialización social, con sus muy características formas de hacerse presente, de incitar al devenir existencial de los individuos. De esta forma, me atrevo a afirmar que el “éxito” de producciones como las mencionadas, obedece a cierta lógica del orden de las sociedades; si bien hay todo un cúmulo de factores implícitos, por ejemplo: la mercadotecnia, el carácter melodramático de las historias —que mueven sentimientos básicos humanos—, su “trascendencia” obedece al estado propio de una sociedad, lo más curioso es que asimismo como llegan a ser un boom, asimismo rápidamente van dejando de martillar el inconsciente colectivo. Fácilmente lo podemos ver en el caso de la película de Dérbez: a pocos meses de su éxito comercial, ¿quién se acuerda de ésta?; eso es lo que pasa con los “agujeros negros de atención”: acaparan por un breve tiempo toda la atención, pero por su mismo carácter, toda atención se fuga, y difícilmente podrán quedarse a formar parte de algo realmente trascendente, digno de recordarse.
Hay muchos otros ejemplos de este tipo, pueden mencionarse otras películas, telenovelas, series, situaciones con “artistas”, etc., etc., todo depende de la lógica con la que se estructura una sociedad determinada. En el caso de nuestra sociedad mexicana es claro por qué los melodramas tienen tanto éxito, acaparan la atención de “todos” y después se fugan, acaso también hechos de la política y situaciones sociales como: asesinatos, violaciones, maltrato animal, acoso… En fin, todo un cúmulo de realidades que reflejan fielmente el por qué, una película como “No se aceptan devoluciones” haya tenido tanto “éxito” y después ya nadie se acuerda ni comenta de ella.
Lo más triste es que como sociedad, tendemos a beneficiar a algunos a los que nada les interesa el beneficio de la misma sociedad.
[1] Cómico mexicano.