Mas…turbaciones mentales. Serie semanal
Por Gilberto Castrejón
Doctor en Filosofía de la Ciencia
Twitter: @gil_castrejon
Una de las imágenes que considero más interesantes sobre nuestra idiosincrasia, es la planteada por Roger Bartra en su libro La jaula de la melancolía, donde se presenta al mexicano como un ajolote, un singular ser que se rehúsa a metamorfosearse, y que vive envuelto en su jaula de la melancolía. Independientemente de si se puede o no estar de acuerdo con Bartra, o con cualquiera que ha llevado a cabo estudios similares, pues algunos críticos consideran que gran parte de los estudios sobre la idiosincrasia del mexicano constituyen un conjunto de imágenes y estereotipos creados por cierta intelectualidad, creo que la principal característica que nos define es nuestro carácter contradictorio, donde a veces la idiosincrasia nos fortalece, pero a su vez, y desgraciadamente en gran proporción, nos debilita, por algo nuestra realidad es como es.
Llegados aquí, recurramos a una metáfora: cada quien lleva cargando una “prótesis de sí mismo”, esa imagen propia que intentamos crear y cultivar, es decir: el individuo que proyectamos ser, y que precisamente nuestras acciones, percepciones, creencias, valores, conocimientos, etc., son los encargados de ir permeando. De esta manera, ¿puede nuestra idiosincrasia atentar contra dicha prótesis, o puede contribuir a que ésta cada vez se haga más presente en nuestra realidad? Claro, todos sabemos qué hacer, sabemos lo que es bueno cultivar, qué valores y principios asumir, sin embargo, en gran proporción pocos son los que verdaderamente actúan. ¿Será que lo contradictorio de nuestra cultura juega su rol específico, en conjunción con la realidad que hemos estructurado? Por algo en muchos de los casos se cumple la premisa: coloca a un individuo en una situación y contexto, le sean éstos convenientes o no, y aflorará su esencia, es decir, siempre se manifestará lo que verdaderamente es; de aquí que en el caso de nosotros, en ciertas situaciones, tendemos a decir algo y hacer lo contrario, y viceversa. Así, la idiosincrasia claro que puede ser un arma de dos filos, y el problema no es si se pertenece o no a una cultura contradictoria, el problema es lo que se suscita cuando muchos de los aspectos básicos de esa idiosincrasia se oponen a la universalidad del individuo. Me refiero únicamente a ciertas costumbres propias de nuestra cultura, que impiden al individuo insertarse y desenvolverse adecuadamente en otra cultura, en una sociedad distinta.
Andrés Openheimer, en su libro Cuentos chinos, plantea una pregunta interesante: ¿qué hace que unos países progresen y otros no, cuando éstos se encuentran en las mismas circunstancias?, y una de sus respuestas es que en los países que progresan, las personas sí confían en sus instituciones, jejeje, sería inocente decir que creemos en nuestras instituciones, sin embargo, sólo hay que ver que nuestra idiosincrasia nos ha llevado incluso a no confiar en quienes confían en las instituciones. He aquí lo contradictorio de nuevo, pues no confiamos en los políticos, en la educación, en la ciencia, en el arte, en los servidores públicos, etc., etc., pero sí llegamos a confiar en la palabra de un pastor, de un vecino, de los “comunicadores” de la televisión, los que pertenecen a cierto tipo de instituciones medio “macabras” jejeje.
Quizá, dadas todas esas contradicciones, que llegan a convertir a nuestra idiosincrasia en un arma de dos filos, y por un afán realista, no pesimista, sea conveniente asumir la postura del gran José Emilio Pacheco, en su poema “Alta Traición”, y quien hace más de un año partió de nosotros:
“No amo mi patria. /Su fulgor abstracto/ es inasible. /Pero (aunque suene mal) / daría la vida/ por diez lugares suyos, /cierta gente, /puertos, bosques de pinos, /fortalezas, / una ciudad deshecha, /gris, monstruosa, / varias figuras de su historia, /montañas/ -y tres o cuatro ríos”.
PD ¿Hay todavía lugar para sentirse orgullosos de ser mexicanos? Yo creo que sí, pero dicho sentimiento debe estar fundamentado en la coherencia de nuestro día a día…