Andrés Manuel López Obrador acaba de dar una muestra de que su gobierno está lleno de contradicciones y de un autoritarismo arcaico, y es que durante los quince años que duró su campaña proselitista rumbo a la Presidencia de la República, siempre se quejó de un periodismo que lo atacaba, de un periodismo militante, de un periodismo que tomaba partido en favor de los gobernantes en turno.
El fondo de ello, es que prácticamente los medios de comunicación tenían prohibido publicar algo relacionado a López Obrador, a menos que fuera una nota en contra, sólo en ese caso, hasta primera plana le daban, y si bien no existe nada escrito, era clara la línea que los gobernadores daban a los diversos medios para cerrar las puertas y desprestigiar al entonces candidato presidencial.
Incluso, periodistas como Carmen Aristegui y José Gutiérrez Vivó, entre otros, pagaron las consecuencias por abrir sus espacios al candidato incómodo y por atacar al sistema por lo que la suma de todo ello, desató una cadena de críticas a los medios masivos que incluso, según encuestas, perdieron credibilidad y confianza de su público en general.
Debido a ello, México también ha sido criticado por diversos organismos nacionales e internacionales por ser un país en donde se ejerce un periodismo de consigna y destructivo de todo aquello que incomode al gobierno, pero lo que más descredito le ha traído a nuestro país, es que aquí se haya instaurado, por mucho tiempo, un periodismo bien portado con el gobierno.
Por ello, llama la atención las críticas que ahora como presidente hace López Obrador a los periodistas que no coinciden con él y más, cuando en un principio se quejaba del “periodismo escrito desde el gobierno”, incluso, ha crecido su enojo a tal grado de que apenas reclamó a los medios de comunicación porque “no se han portado bien con nosotros”, refiriéndose a su llamada 4T.
Lo que no sabe Obrador, es que un periodista no debe ser bueno con el gobierno y que dentro de sus deberes y garantías tiene derecho a disentir; y cuando dice que los grandes periodistas que ha tenido México, tomaron partido en favor de una transformación, fue por las imposiciones que siempre han existido para callar a la prensa y minar el derecho a saber de los ciudadanos por ello, Ricardo Flores Magón, (periodista a quien mencionó, López Obrador) tomó partido en contra de un régimen para defender la libertad de expresión, no así para sumarse a un gobierno en específico pues su lucha como periodista, siempre fue por una verdadera transformación radical y no superficial como la que representa Andrés Manuel quien, dicho sea de paso, está dando más la nota por estar “perdiendo la calma” que por sus acciones de gobierno.
Ante ello, me pregunto: ¿dónde quedó aquel López Obrador que quería cambiar a México? pues hoy que tiene la oportunidad no lo hace; ¿qué le pasó a esa persona de izquierda y liberal que concentró el hartazgo de la mayoría de los mexicanos para convertirse en uno de los presidentes más votados de la historia y que ahora es uno de los principales impulsores del conservadurismo?
¿Será que el General, Emiliano Zapata, tenía razón cuando dijo que la silla presidencial “está embrujada y quien se sienta ahí, pierde la razón”? frase que, por cierto, Jorge Zapata, nieto del caudillo del sur le recordó a Obrador en una conferencia mañanera, ¿será que si es verdad esa leyenda? Francamente no lo sé, pero ante esa interrogante sólo usted tiene la repuesta.
Decía Ryszard Kapuscinski: que, “Para ser buen periodista, primero hay que ser buena persona”, una frase en la que, a título personal, incluiría a los presidentes pues pienso que, para ser un buen presidente, primero se debe ser congruente además de una buena persona.
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